Como diseñadora, estoy constantemente rodeada de estética, detalles y armonía… y eso es exactamente lo que encontré en cada plato de Iago Castrillón. Organizó una cena íntima en el lanzamiento de mi última colección, y logró crear una experiencia que no solo acompañó la velada, sino que la elevó a un nivel completamente inesperado. Sus sabores tienen una narrativa visual y emocional que me recuerda al proceso creativo detrás de una prenda bien hecha. Es un artista, y su lienzo es el paladar.

Mi trabajo con metales y piedras preciosas me ha enseñado a valorar lo hecho a mano, lo auténtico, lo que tiene alma. Iago cocina así: con intención, con cariño, y con una precisión casi alquímica. En una cena que organizamos con colegas artistas, cada plato suyo fue como una pequeña joya comestible. No solo nos sorprendió con ingredientes locales transformados en algo completamente nuevo, sino que además supo contar una historia con cada bocado.

Las palabras muchas veces se quedan cortas cuando intento describir lo que cocina Iago Castrillón. Su comida no solo se saborea: se vive. En una noche lluviosa, nos preparó un menú inspirado en relatos gallegos —una especie de viaje literario y culinario al alma del norte. Era como si cada plato narrara su propia historia. Recomendable 100%.